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Crímenes sonados, investigaciones inconclusas y una buena defensa en estrado conforman las aristas que envuelven un caso que se conoce en un juicio de fondo.
Los forenses y policía científica hacen la labor de campo para establecer detalles del crimen y los recursos que tienen los abogados para preparar sus respectivas defensas tienen que argumentar sus hipótesis basado en la verdad de los hechos.
Recuerdo en la década de los 70 y 80 en un suplemento sabatino que circulaba en un rotativo en mi natal República Dominicana, mis tíos y abuela materna se rotaban el suplemento para leer las historias y devorar informaciones de todo tipo, incluso el crucigrama. Una serie de artículos titulados “Los más sonados crímenes de la vida real” narraban atroces crímenes que en distintos escenarios acontecieron y los hechos documentados en juicios orales, públicos y contradictorios, fueron plasmados en narraciones ilustradas con fotos que los lectores podían enterarse.
Un abogado que respete su profesión y es contratado para defender y litigar en favor de sus clientes es, en la mayoría de los casos un profesional que estudia los reportes de la investigación y junto a su cliente prepara su defensa. El objetivo del jurista es ganar el caso y con sus argumentos convencer al juez que las teorías del fiscal carecen de fuerza para sostener un caso que debe llegar a su final.
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Asesinatos, crímenes y homicidios son tres términos que jurídicamente se tiene que categorizar. No es lo mismo un homicidio involuntario, a un crimen pasional y un homicidio con características de premeditación y alevosía.
Planear y ejecutar un crimen es complejo, se tiene que probar los elementos que se busca dejar al descubierto, no es suficiente con que el aparente culpable se siente en el banquillo de los acusados, sin antes reunir las pruebas y sustentar su acusación, hay que tener los elementos probatorios a mano; de ahí la coerción que ameritan los casos. Se cae de la mata que los familiares que han perdido un ser querido quiera justicia y ver condenado al o los acusados del crimen. Sin embargo hay que dejar que el tiempo haga lo suyo. Hechos vinculantes, testigos y detalles del crimen tienen que estar en el folder del fiscal, pero de igual manera de los juristas envueltos en la barra de defensa.
Por más indignados que estén los familiares y la comunidad donde acontecieron los hechos, la justicia es el estamento llamado a aplicar el peso de la ley.
La prensa juega su rol dando a conocer en ocasiones a través de investigaciones, sustentadas en testigos y haciendo su trabajo para mantener informados a través de sus medios a la población. El trabajo de la prensa, sin embargo no afecta la decisión de jueces que están obligados a basar sus conclusiones y dictar sentencias. No es verdad que un caso criminal tenga influencia mediática al punto de desvirtuar la realidad.
Así como hay libertad de expresión, donde el rol de la prensa también juega su parte en un caso, no hay modo que el dar seguimiento a lo que acontecer en estrados influya en lo que manda la ley.
La justicia, amigo lector, tarda, pero llega y los culpables por más poder que se crean tener, son puestos en el lugar que amerita el pago de su culpa.
Los términos legales, no se inventan. Recopilar pruebas no necesariamente no es indicativo que un juicio llegue al desenlace que se espera, hay que sustentar cada una de las evidencias, palabras de testigos, visuales en caso que los haya y evitar a toda costa que se contaminen las evidencias que en el caso que se este litigando, los fiscales tengan sustancia para pedir la condena y que los jueces a su vez en el marco jurídico; dejen que los procesos se puedan debatir sin prisas, no importa el tiempo, el punto es que la sentencia tenga los elementos que aunque haya una apelación se pueda fundamentar en base a hechos.