Ha dicho un oportunista dominicano, uno de esos que se colocan siempre al servicio del lambonismo, un lambón gubernamental desvergonzado comprometido con un pasado culpuso en la barrera de los convencionalismos menos prósperos de la República Dominicana.
Ha dicho que: El tren partió hace rato y se fue sin él, para referirse a un ser muy bien claro y definido, Hatuey Decamps.
Posiblemente,sus improperios hacia el Lic. Decamps tienen un intrínseco matiz, que con odio irreverente sólo un enajenado puede externar con tanta frialdad y malicia.
Un oportunista consagrado, lambón de poder, migajero perpetuo que exhibe una prepotencia que le ensucia la tinta, jamás podrá hacer un aporte de calidad a la raza humana.
Su jactancia desvergonzada, su auto estimación, la ostentación de un cargo diplomático, pagado como botella, es decir, sueldo cobrado sin trabajo realizado, mientras la nación dominicana se deshace en la lucha por resolver sus necesidades básicas, le hace lanzar dardos envenenados para dañar honras.
Denigrar la dignidad con palabras de argumentos aparentemente filosóficos, rebuscados para fingir intelectualidad, simplemente raya en la mediocridad definida de la envidia, la impotencia y la vanalidad ciega de los sin razón.
En los barrios dominicanos se le llama PLEPLA, a lo que sí se puede decir pero jamás demostrar.
Una ciudadana simple, del pueblo, soy, humilde,curiosa y lectora, pero que nunca ha sentido atracción por nada de lo que hace aquel señor, llamado César Medina, y hoy que por casualidad me encuentro con una nota suya bajo el título de opinión, HATUEY Y SU MITOMANÍA, me apuñala en el centro mismo del corazón.
Su lenguaje despreciable, insultante y denigrante inclusive, pretendiendo rebajar una figura que conocemos, porque ha hecho aportes valiosos a la nación y que como ser humano también tiene defectos, faltas y virtudes, como todo lo que incide en la vida política.
La desfachatez de sus expresiones, que por casualidad hoy veo carecen de integridad intencional, de ética y bien.
Recordé entonces a , Abraham Lincoln, y su derredor coincidentes con el señor C. Medina, lo consideraron un fracasado, porque siempre ha tenido la humanidad ese tipo de pesimistas, porque son los como ése, que creen que un obstáculo es un fracaso o que rendirse es mejor que re-inventarse.
Y sí, siempre he creído que para los vistas cortas, cualquier tropiezo les lleva al desafuero.
Uno como Hatuey, tal vez, ha sido como aquel que perdió ocho elecciones en los EE UU, pero siguió hasta convertirse en uno de los mejores presidentes que cuente la historia de USA.
Como Hatuey, de quien todos sabemos que en plena lucha por la conformación de su nuevo partido, conocido con las siglas PRSD, o partido del toro,sufrió Lincoln, una enfermedad denominada Colapso Nervioso, que podría compararse con su pasado diagnóstico de cáncer
Justificar sus argumentos falaces,es rondar al odio rapaz, palabras que debía tragarse a ver si su apariencia de gato enfermo con traba orales le desflecan los dientes y le alivian su alevosía.
Le llama, entre otras cosas, mentiroso, y hasta le cuestiona la misma acción que nadie a reprochado al Profesor Juan Bosch cuando salió del PRD, y formó a un pequeñísimo PLD.
Mis GUANÁBANAS se las sirvo en la propia boca al Señor aquel quien odia sin piedad a seres que amamos.
¡Dios os perdone!
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