Alemania en la cima, deprimió a Brasil y dejó sin gloria a Messi
Río de Janeiro, 14 jul (EFE).- Veinticuatro años después, la selección alemana volvió a alzar un título mundial y, con su victoria en la final sobre Argentina (1-0) alcanzó la cima en Maracaná, donde culminó una trayectoria que le ha llevado a convertirse en la primera selección europea que conquista la Copa del Mundo en Sudamérica.
El conjunto alemán de Joachim Löw fue el justo vencedor de un torneo en el que protagonizó muchos de los momentos más recordados y algunos para la historia, como la tremenda paliza endosada a los anfitriones en semifinales (1-7).
Alemania quiso llevar siempre la iniciativa, con un fútbol de toque que le permitió marcar 18 goles en 7 partidos -un tanto cada 38 minutos casi el doble que el promedio del torneo- y un grupo de jugadores que ya están entre los mejores del mundo, como el meta Manuel Neuer, Toni Kroos -fichado durante el Mundial por el Real Madrid- o Thomas Müller.
La apuesta mantenida por Löw durante los últimos ocho años se ha visto finalmente recompensada en una Copa del Mundo que deja malherido a Lionel Messi y deprimido al fútbol brasileño.
Messi encarna, sin duda, la cara de la derrota, porque había asumido que éste debía ser su Mundial.
Al barcelonista se le exigió emular a Diego Maradona y aceptó el reto. Cargó sobre su espalda con la responsabilidad de devolver a Argentina a lo más alto, la guió durante una buena primera fase, pero pareció quedarse sin gas desde cuartos, cuando del conjunto de Alejandro Sabella tuvo que recurrir a la casta de Javier Mascherano y a las manos de Sergio Romero para alcanza la final. Que se esperaba. Por eso, no encontró consuelo ni con la proclamación -discutida- de mejor jugador del Mundial.
Brasil, mientras, ha visto removidos sus cimientos. El «Mineirazo», la humillante derrota que sufrió en semifinales ante los alemanes, fue una bofetada en la cara de un país que vivía con el sueño del hexacampeonato sin unas bases sólidas que lo sostuviesen.
El plan de Luiz Felipe Scolari pasaba por mantener un alto grado de excitación, conformar un equipo sólido defensivamente y entregar a Neymar la responsabilidad del ataque.
Sin más estrellas que el barcelonista, el «pentacampeao» fue escondiendo sus carencias hasta que la lesión de Neymar, le dejó desnudo, sin más recursos que la exaltación patriótica frente a lo que Scolari quiso presentar como un ataque de la FIFA a las aspiraciones de 200 millones de seguidores.
La Canarinha logró la mejor clasificación desde 2002, un cuarto puesto, pero nadie en el país está satisfecho, ni encuentra motivos para la esperanza. El fútbol brasileño, que abandonó el ‘jogo bonito’ hace tiempo, busca ahora una salida, tras batir todos los récords negativos de su historia.
Brasil 2014 quedará, en todo caso, como un buen torneo, que igualó el mayor número de goles que ostentaba Francia’98 (171) y mostró un juego atractivo, donde sobre todo en una primera fase en la que cualquier pronóstico pudo ser desmontado.
La irrupción de selecciones como Colombia o Costa Rica, que alcanzaron los cuartos de final o la buena imagen dada por Argelia, a la que Alemania sólo pudo derrotar tras una prórroga, fueron las noticias positivas de un Mundial que arrancó con el descalabro de las grandes potencias europeas, con España a la cabeza.
La campeona del mundo abdicó pronto de su trono y fue incapaz de pasar de la ronda inicial, como Inglaterra, Italia o Portugal. Los lamentos de todas éstas sobre el clima o los horarios los desmontó Holanda, de nuevo en el podio con una combinación de jóvenes y tres supervivientes -Arjen Robben, Wesley Sneijder y Robin van Persie- y, sobre todo, Alemania con su triunfo final.
El Mundial coronó a James Rodríguez, el máximo goleador, como la nueva estrella y certificó que Paul Pogba, mejor joven, está llamado a liderar una interesante generación francesa.
Pese a los temores iniciales, el gobierno brasileño entregó a tiempo los estadios, -que no todas las obras acometidas- contuvo las protestas y reforzó su imagen de «país del fútbol», con todos los campos prácticamente llenos.
Óscar González