El deseo del momento sería batir con nuestros lectores una enorme y rica champola con la guanábana de hoy, ,sin embargo París llora y al mismo tiempo su gobierno destruye al estado islámico.
No podemos hacer un análisis histórico, ni prehistórico de tantos acontecimientos ocultos para el hombre común; en los diarios internacionales, pero sí vemos la paz rota en casi todo el mundo.
La gente noble de hoy es víctima de la persecución y el prejuicio, el mundo vive un ambiente hostil.
Las religiones dividen a los pueblos, les quita la felicidad. La violencia tiene aristas indescifrables; Todavía hay lugares que aplican azotes y el mundo va,desde los azotes mismos,hasta los modernos sistemas de bombas de diferentes efectos destructivos.
Miles de personas en el universo huyen despavoridos, desde la Palestina del siglo primero hasta el Norte de nuestros días. A pesar de que cosas aparentemente pequeñas, ya han roto la paz individual, lo que se ha sumado al presente, no hace más que aumentar el hambre, la corrupción y las injusticias.
La sagrada paz peligra, porque la paz es santa, Limpia, pura; y obviamente, no puede vivir en paz un mundo inicuo, impuro y sin santidad en sus manifestaciones.
Frente a la impotencia oramos los que tenemos fe, los no creyentes pueden en su accionar transmitir el bien. Recobremos la paz,es urgente.
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