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El ser que da vida, concibe, multiplica el existir y es cabeza de familia es la mujer. No importa la raza, el idioma, posición social y mucho menos los atributos físicos que definen una linda apariencia.
La belleza es lo menos relevante, esos prototipos del siglo XXI donde algunas féminas han perdido el respetarse a ellas mismas con un afán salvaje de modificar sus cuerpos, no cabe en la esencia de ser mujer.
Una cirugía plástica no solucionará problemas de autoestima, mucho menos van a darles una corona en un reinado de belleza. Una mujer segura no puede avergonzarse nunca de sus facciones y ni que hablar de las “medidas perfectas”.
Peru “innovación oportuna”
Ha caído como anillo al dedo la iniciativa de un reinado en Perú, donde las candidatas han puesto en el mapa la mejor manera de enviar un mensaje al mundo del significado de hacer conciencia de matanzas y abusos de mujeres.
Con la auto presentación de sus perfiles, cada candidata anunciaba su nombre, provincia que representa y como medidas, estadísticas de lo que es la sociedad peruana en niveles de abusos de género y asesinatos, esclavitud sexual y trata de blancas.
Por fin, un creativo pone nombre a una realidad. De nada vale que se pidan penalidades judiciales, en sociedades donde ya la mujer se considera como “propiedad privada” de un hombre.
Niñas parturientas que no bien ha menstruado por primera vez y ya tienen que colgar sus muñecas para cuidar otro niño.
Modelos falsos
El crear conciencia, justo en un desfile de damas que aspiran a ganar una corona para ser exhibidas como representantes de un país en un reinado debe terminar.
Comer un pedazo de pizza, un helado o simplemente cenar en familia;lastimosamente es una especie de pecado.
He sabido de testimonios de mujeres que dicen que de regalo de 15 años han pedido nalgas e implantes de senos.
Lo triste es que los padres, responsables de orientar sobre esa equivocada manera de percibir sus bellezas, paguen por esas solicitudes.
Una mujer que piense que conseguirá marido rico por sus atributos físicos, aunque sean hechos, no debe seguir estando en las mentes de nuestros jóvenes.
Estereotipo virtual
Lucir un lápiz labial, más que un labio carnoso, insinúa un sexismo que espanta. Ver una joven dar likes a fotos retocadas de unas supuestas mujeres fatales, que a base de siliconas conquistan o por lo menos llaman la atención de hombres que en sus afanes por tener una mujer bella a su lado pagan lo que sea; es uno de los estereotipos que “vende”.
Ya no hay una relación de conquista, visitas o rondas de serenatas para ganarse el corazón de una fémina. Ahora hay mujeres pre pagas, disponibles a toda hora en una habitación de hoteles u otros lugares donde prestan servicios.
Una cartera de marca, calzados costosos, línea de maquillaje y pelos postizos son las tarifas que tienen muchas mujeres que decidieron ser mercancías en vez de aspirar a conquistar el amor.
Corrupción laboral contra mujeres
Una profesional con título de secretaria ejecutiva bilingüe si no es bella, no logra ser considerada para un empleo.
El jefe, quiere saber las medidas corporales de sus asistentes y recepcionistas, aunque tengan garrafales faltas de ortografías; es irrelevante ese detalle. Los acentos y puntos los pone la capacidad de complacencia y ligereza con que se comporten en el “empleo”.
Visitar una oficina pública en un país latinoamericano y no ver una recepción colmada de simpáticas damas con celular en mano, es nulo.
Las empleadas, tienen que llegar a la peluquería antes de pisar su lugar de trabajo. Una apariencia impecable, más que una gracia individual de cada mujer, es una obligación para conservar un puesto de trabajo.
El dinamismo y alegría que debe primar en una empresa, no lo determina la capacitación, sino el capricho de hombres que se mofa de salir con cada mujer que recibe un sueldo de su empresa.
Estos acosos, son dejados pasar por las necesidades de mujeres que no saben valorarse y permiten dejarse tocar y usar con penosas justificaciones.
Feminicidios y estadísticas
Detrás de cada caso de feminicidios, hay un hombre abusivo. En la mayoría de los casos, el macho que piensa que el no puede ser abandonado por su pareja.
Si por casualidad la ex novia o esposa decide retomar su vida y tener una nueva pareja, entonces se entra el demonio en la mente de los eventuales asesinos.
En sociedades donde culturalmente una mujer no puede ni andar a la par de su esposo, es difícil concientizar los abusos, porque las mujeres ni notan que las maltraten. No es fácil luchar en sociedades donde costumbres ancestrales, copen esas convivencias y que no van a cambiar de la noche a la mañana.
Latigazos, escupir las caras de sus parejas y encerrarlas por años sin dejar que vean siquiera a sus familias son las muertes silentes de los abusadores de esas culturas.
Pero, que en este lado del mundo, una mujer permita que se les trate como el trapo de la tabla de planchar es inconcebible.
Los feminicidios tienen que ser frenados en el hogar. Un niño que se educa con el criterio de que la mujer está para servirles, es cuento del pasado.
Medidas tentativas
Las escuelas, deben implementar como asignatura el que los niños y niñas convivan en igualdad de condiciones en competencias deportivas, culturales y de economía doméstica.
Aunque, parezca absurdo, es necesario educar para evitar la violencia.
Las señales están claras, en América Latina cada minuto matan una mujer, la justicia no puede impedir el crimen.
Lo penoso es que una víctima de violencia que pone una denuncia no tiene opciones de irse con sus hijos si los tienen a algún lugar seguro, los sistemas no contemplan patrocinar hogares de refugios.
Ese hecho de tener que quedarse a vivir en el mismo lugar donde se han cometido los abusos, facilita a los homicidas el regresar hasta completar su objetivo de finiquitar la vida de quien una vez fue su compañera sentimental.
Lo que cada padre tiene que hacer con sus hijas es dejarles saber que quien te ama no te maltrata.
Largo camino que nos toca recorrer, pero mientras más claro se hable, más lejos y eficaz llegará el mensaje.