Asalto a oídos armados

Arelis Reynoso
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Se ha convertido en un hábito el espionaje telefónico. Presidentes, magnates, artistas, deportistas y hasta el empleado más discreto ha tenido en más de una ocasión la desagradable situación de que alguien les “pincha” sus teléfonos.

Entrando el siglo XXI los métodos que se utilizan van de lo ridículo a lo extremista. Escándalos de financistas, periodistas, jefes de operaciones de agencias investigativas, entre muchos otros, son algunos de los blancos que se han visto descubiertos sin que nadie pudiese impedirlo.

Aún en naciones con el “control” del más mínimo detalle en asuntos denominados secretos, están al grito. Un simple lapicero, esférico o pluma; cualquiera que sea la palabra para calificar un simple instrumento para estampar una firma, es un perfecto blanco para infiltrar cualquier conversación, grabar en video, “acechar” a su presa, en fin todo lo inimaginable con tal de estorcionar, chantagear y amenazar.

Los políticos no escapan de los sabotajes, como el famoso caso del ex presidente George W. Bush y su vice presidente. Ambos, fueron agarrados in fraganti al momento de burlarse de un periodista, que alegadamente los atacaba. Quedaron “abiertos” los micrófonos previo a una rueda de prensa y dizque se filtró el comentario despectivo que refirieron en su momento ambos políticos hacia el reportero que realizaba su trabajo.

Lo cierto es que no se vale violar lo que es una falta de respeto inaceptable. Pero, lo que sí debemos todos aprender es que hay maneras legales para demandar a los indeseables, mal educados y tramposos, que con el cuento de: “Tengo algo comprometedor si no me pagas lo que quiero lo haré público”, mantienen en vilo a sus víctimas.

En Boston, hubo un caso reciente que puso al descubierto a uno de los delincuentes que viven a costa de “tumbar” víctimas del atraco a “oídos armados”. El fascineroso, se dedicó a perseguir a todas partes a su víctima al extremo de pedirle una jugosa cantidad de dinero, a cambio de no entregar a una popular agencia de farándula que se dedica a la chismología una grabación donde el victimario entra a un lugar de entretenimiento para adultos, varias veces por varias semanas. Un formidable trabajo del FBI atrapó en su trampa al tipo que ahora está esperando la sentencia definitiva de los años que va a pasar en prisión por extorción, chantage y amenaza.

La vida es corta y para vivirla a plenitud hay que tomar precauciones, hay que evitar caer en las redes de los delincuentes de “oidos blancos”, que el día menos pensado; quiere sacar el jugo a sus miserias a costa de quien no merece esta clase de “asaltos”.

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