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La navidad es época de compartir, de dar y de expresar lo mejor de nosotros, y una de las mejores formas de hacerlo es a través de la comida. Diversos países preparan platos especiales para estas fechas así como suculentos dulces y exquisitas bebidas, que son elaborados con mucho amor por las abuelas, madres o padres de familia para la cena navideña.
Esto conlleva a vernos incitados a ingerir comida en grandes cantidades, beber alcohol de manera más seguida y, aunque suene horrible, disminuir o hacer a un lado, el entrenamiento, pues nos dedicamos más a la vida social y familiar en esa fecha.
A continuación, Deporvida.net te brinda algunos tips para sobrevivir este mes a los estragos culinarios.
DOS LUNES SEGUIDOS
En principio, es bueno recordad que Navidad y Año Nuevo, en este 2018, cae día LUNES, es decir, que previamente, el domingo y probablemente el martes, no podrás entrenar adecuadamente, por lo que te recomendamos reprogramar tu plan de ejercicios, para que psicológicamente no te veas afectado o afectada.
MODERACIÓN FRENTE A LA MESA
No te sientas mal por degustar lo que colocan a la mesa; panetón, chocolate, pavo, pernil, hallacas, lechón, ensaladas, dulces tradicionales, pero si consúmelo conscientemente. Evita los excesos y selecciona aquellos alimentos que te pueden causar menos problemas a la hora de retomar los ejercicios.
PERDER KILOS ANTES
UN APERITIVO PREVIO
Antes de acudir a alguna cena navideña es recomendable consumir previamente algo de frutos secos o un aperitivo ligero como un sándwich que ayude a ser la digestión menos pesada.
UN BUEN VINO
Beber alcohol será una decisión propia de cada quien, pero recuerda que este tipo de bebidas son altas en azúcar, así que si tienes opciones, prefiere el vino de más de dos años, pues es uno de los tragos con menos azúcar.
DILUYE LAS BEBIDAS
Una buena opción para quien desea beber, es alternar entre trago y trago, un sorbo de agua mineral. Esto disminuirá el grado de alcohol en la sangre y por ende, la cantidad de azúcar.
ALGUNAS CONSECUENCIAS DE LA CENA NAVIDEÑA
Pasar de una alimentación más o menos normal, con cantidades adecuadas, a estar varios días comiendo y bebiendo cantidades a veces excesivas, conlleva a ciertos desajustes de nuestro cuerpo.
– Ardor e hinchazón provocados por el exceso de ácidos originados por la comida, así como los gases que a su vez llevan a un aumento del tamaño del estómago y los intestinos. Estos, a su vez, empujan a los órganos a su alrededor.
– Insomnio. La tradición de ciertos países, incluye cenar tarde el 24 o el 31. Antes de eso ya se ha picado y bebido bastante. Cenar tarde afecta a nuestro descanso y suele provocar interrupciones en el sueño e incluso pesadillas.
– Resaca. La cena navideña suelen ir acompañadas de vino, cerveza, champán o otras bebidas, que nos dan una sensación de euforia momentánea pero que posteriormente causa malestar y debilidad. La resaca produce también deshidratación e inflamación del estómago, lo que influye extraordinariamente en cómo nos vamos a encontrar a la mañana siguiente.
-El exceso de celebraciones y la carga de trabajo durante estas semanas finales del año provoca que en muchas ocasiones que descuidemos lo que comemos y ello puede afectar de manera negativa a nuestra salud.
-Existen personas que pueden sufrir pequeños trastornos respiratorios tras un atracón en la cena navideña ya que el estómago aumenta su tamaño, presionando el diafragma y los pulmones. Consecuencia: Un momento de dificultad respiratoria que puede ser muy incómodo y aparece inmediatamente tras la ingesta o algunos minutos después, y no existe forma de tratarlos. Por lo tanto, la clave está en no llegar al exceso.