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Lo que parecía indicar que un pueblo disgustado podría hacer presión para que sus voces fuesen escuchadas, ha cobrado en Egipto cientos de vidas, desorden, ataques y un caos que mantiene en vilo a la población. Los islamistas subieron al poder precisamente en el 2011, con el derrocamiento del autócrata Hosni Mubarak.
Justo ahora a dos años de ese “paso” que destaparon las evidentes diferencias de identidad, derechos cristianos y valores democráticos de un pueblo ávido de cambios. Los radicales de la Hermandad Musulmana, acompañados de sus aliados han desatado una guerra contra los musulmanes moderados, liberales y secularistas; asi como los coptos.
No valió que con el ascenso del primer presidente electo democráticamente por el pueblo, Mohammed Morsi las diferencias arraigadas por años y que estaban tímidamente reprimidas lograran el derrocamiento del presidente que el mismo pueblo subió al poder.
El golpe militar del pasado 3 de julio ha sido una especie de almagedón para Egipto que se ha ido a una guerra civil. Ese enfrentamiento político, trajo como resultado un derramamiento de sangre que nadie ha podido polarizar. Los que no quieren reconocer que es una auténtica guerra civil, deben revisarse. Desde el Cairo y las principales ciudades los ataques revanchistas, asaltos a destacamentos policiales y la quema de templos; seguidos de asesinatos a mansalva retratan que se trata de una guerra que si la comunidad internacional no busca una solución negociada habrá luces para ese llamado “choque de civilizaciones” que es una guerra por ideología y poderes.
El gupo Tamarod, que significa en su idioma Rebelde, ha instado a la violencia y los comités populares no han medido consecuencias y han establecido una especie de terrorismo que está matando a inocentes y ciudadanos que llevan una tradición religiosa que nadie les va quitar.
Pero, lo grave es que las decenas de iglesias y templos quemados, aún con personas dentro, es un aviso que pica y se extiende ese simple “acto” de civismo que lleva más de un mes y no se vislumbra el cese de ese fuego cruzado.
Los monasterios, escuelas y hasta las tiendas de cristianos, son atacadas sin compasión. Por el desorden y el caos se presume que organizaciones terroristas que han logrado actuar con libertad dentro de Egipto, es que las cosas han llegado a esos extremos. Es un secreto a voces que militantes que pertenecen a la organización terrorista Al Quaeda y a Hamás están revueltos con una población que buscará que gane el más fuerte, sin importar el precio que tengan que pagar los que piensan diferentes a ellos.
El terrorismo, es: Espanto, desasosiego, muerte y violencia extrema. La ONU, OEA y un ente mediador de Egipto tienen que intervenir, o se van a regresar a las cuzadas, especie de guerras santas, que fueron acabando con una raza de gente que pensaban diferentes y defendiendo sus iedeologías vivieron años protagonizando a diario fuertes revueltas sangrientas y espantosas.
El mundo, está alerta, pero urge que llegue acción inmediata porque es una emergencia frenar tanta violencia y esos actos de enfrentamientos que llenan de dolor a inocentes que están pagando con sus vidas la ambición de poder de un grupo.
La jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton condenó la violencia y refirió que hay que buscar una salida, para que se reaperture el proceso político y que regrese la democracia , de igual manera el Minsitro de Asuntos exteriores Alemán,Guido Westerwelle, se ha sumado a Túnez a condenar esos actos;pero, sus pronunciamientos han quedado en saco roto.
Menciono esas intervenciones y opiniones porque el conflicto se ha desatado en esa parte del mundo, y son ellos, los que tienen que motivar a las organizaciones mundiales a hacer cumplir los acuerdos y tratados internacionales que están escritos y que solo hay que ejecutar.
Nuestros votos y oraciones están con los ciudadanos egipcios, para que la paz y los intereses de todos encuentren el camino para frenar esa hoguera que no quiere apagar. Que la comunidad internacional, salve a Egipto!