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Ciclones, terremotos, maremotos,tornados y hasta lluvias que causan deslaves se están viviendo en el mundo por doquier.
Los más vulnerables a sufrir las consecuencias de dichos desastres son los cientos de miles de personas que vive en casuchas, viviendas móviles o en zonas donde » esta prohibido» construir casas.
En países desarrollados, estos fenómenos naturales se enfrentan con una infraestructura creada por los gobiernos, que tienen fondos en reservas para ir en auxilio de los afectados. Con una rapidez garrafal se levantan de sus desgracias y en ocasiones ni aceptan ayudas de países que quieren solidarizarse con la tragedia. Cito el caso de Japón (2011, terremoto 8 grados en la escala de Ritchter) Pese al desastre mayúsculo el gobierno impidió inclusive que la prensa pasara imágenes y medios de prensa hasta devolvieron sus periodistas a la cobertura del monstruoso desastre natural.
Los huracanes o ciclones tropicales, que son predecibles por la fuerza de los vientos y las trayectorias que llevan, hay manera de preparar a la población y aunque con dificultad se logra salvar vidas. Sin embargo, queda la preocupación porque un desastre natural deja secuelas que se arrastran por muchos años.
Los gobiernos tienen que ir evitando que esos desastres sigan hundiendo más de lo que ya están a los afectados por esas inclemencias del clima. Pautar brigadas de emergencia con equipos aptos para ofrecer auxilio ante desastres, es algo que amerita una reflexión.
Cada vez que en América Latina hay un desastre, vienen los lamentos, se destapan la ineficiencia de las instituciones que tienen que salir a enfrentar esos eventuales sucesos.
Las veredas de ríos y lagos no pueden ser habitadas, los recursos naturales se contaminan, porque quien vive en una casa sin planificación tiran al río y mares cuanta basura y desechos tienen en medio.
Los gobernantes, se solidarizan por unos días con los afectados y hasta las fotos y fílmicas pasean las primeras planas de periódicos y es tema de debates en programas de televisión. Nadie piensa en buscar y encontrar la manera de evitar que la gente ocupe terrenos donde no se debe construir una vivienda. Inclusive, en las cumbres de presidentes y foros regionales se «habla» de asuntos fortuitos que les estén ocurriendo a sus países, pero se queda ahí, no hay acción que una esfuerzos por trabajar las políticas sociales y capacitar esas comisiones de emergencias y desastres.
La más reciente tragedia, la vivió hace varias semanas,México. Cientos de personas perdieron sus pertenencias, hogares y desafortunadamente hubo pérdidas humanas. Se montó operativos que inicialmente llevaron la tranquilidad a los desvalidos, pero hay más de 100 mil damnificados. No es fácil enfrentar esos desastres, para lo cual no hay dinero en el presupuesto. Las ayudas siempre llegan los primeros días, pero ¿Que pasa luego de que se desvían el foco de atención? ¿A dónde van a parar los damnificados? ¿Acaso la responsabilidad termina con una promesa?
Las interrogantes, se incrementan y la gente afectada no puede cambiar su realidad.
Para fortalecer las estructuras de los países, hay que crear nuevas medidas que refuercen las existentes.