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Refranes que se catapultan a través del tiempo, muchas veces suelen explicar acciones, pero eso era una variable del pasado siglo. Dos presidentes de países completamente distintos, que tienen en común dos hombres con ideas divorciadas de la realidad sostienen mi aseveración.
Por una lado Kim Jong-Un, regordete e intrépido muchacho que piensa está colocado en Korea del Norte para catapultar la herencia que le dejó su padre, de seguir gobernando un país con doctrina comunista que data de una tradición en lo que se podría denominar como parte de su cultura, tiene en vilo a su entorno.
Amenazas, experimentos de ejercicios nucleares y una incongruencia extrema en sus razonamientos copan la atención del mundo. Pasar de la palabra a los hechos es su objetivo, aunque haya un silencio por parte de líderes aliados a su merced que no se atreven a desafiar ese extremista comunista.
«Haré de USA una mermelada» «mis armas son mortales y las lanzó cuando me de la gana» » no hay líder que me intimide» son algunas de las frases que ha soltado en menos de 48 horas el abusivo Kim.
La milicia de su país que es una especie de «soldaditos de papel» se pueden quemar en una hoguera si así lo dispone el acomplejado y antisocial dictador.
Da vergüenza ver los actos aberrantes que ese presidente les pone a hacer a hombres de edades avanzadas, muchos de los cuales podrían de ser su abuelo y que son miembros del ejército.
Es de conocimiento público su facilidad de mandar a «mejor vida» a cualquier pariente cercano o lejano que le estorbe. Para muestra, más temprano este año su medio hermano murió al instante en lo que se ha denominado como un accidente.
Dos mujeres en un aeropuerto le soplaron un polvo que lo dejó tendido en el suelo y luego pasó semanas en una morgue porque el Kim dijo que no recogieran esa basura. Refiriéndose de manera despectiva a su hermano.
El asunto de su poderío, basado en esa cuna de fabricación de armas nucleares, que desafortunadamente su padre y otros familiares lograron sembrar secretamente durante años, es hoy la «bomba» que llegará según ha reiterado Kim cuando menos se espere. Los alcances de esas cacareadas y poderosas armas habrán de ser el que podría ser un fatídico inicio de destrucción mundial con una guerra, que de no asumirse con responsabilidad, detonaría en el fin de varias naciones que ya son blanco del malévolo Kim.
Nicolás Maduro, de quien se dice es colombiano, es la cabeza de un país rico en petróleo y otros minerales.
Su antecesor, el finado Hugo Chávez le dejó a esa nación suramericana una especie de torniquete antes de morir. «Voten por Nicolás» frase que pasa a la historia moderna de Venezuela, a pocos meses de su muerte.
Todavía se desconoce la facilidad con que Henrique Capriles, su contrincante en las urnas, no puso en protesta ese decreto del CNE venezolano cuando se proclamó ganador al ex chofer de autobuses y hoy presidente Maduro Moros.
Ese error, es hoy el pan nuestro de cada día en las calles de Venezuela.
Una sociedad de luto, por el asesinato a mansalva de jóvenes estudiantes, que protestan con el objetivo de hacer que el dictador se vaya del poder y que no haya fuerza ni en uno de los Poderes del Estado; para contrarrestar al denominado grupo de gánster es una variable que copa atención mundial.
La Asamblea Nacional, organismo constitucional conformado por más de 150 diputados, fue eliminada para plantar una Constituyente, compuesta de 500 hombres y escasas mujeres que llegaron de carambola y hoy ocupan hasta la sala donde sesionaba la Asamblea.
Sembrar terror apresando a todo ciudadano que piense distinto a la «herencia castrista» es la ley de un sector que se disputa el liderato en dicha nación.
Los hijos de Chávez, eran hasta hace poco privilegiados de andar cometiendo todo tipo de burlas ante un pueblo que sufre de hambre, falta de medicinas en hospitales y una crisis garrafal en su principal riqueza el denominado «oro negro» como se conoce el petróleo. Hoy los hijos y sobrinos del presidente son señalados como los que mueven el negocio de drogas, porque alegadamente esa es la base que sustenta la economía de Venezuela.
Mientras Hugo Chávez se dejó influenciar del finado Fidel Castro, el actual presidente Maduro que fue adoctrinado por ambos, es la cara de un anillo compuesto por un pugilato de un reducido grupo de «revolucionarios».
Los que se mantienen en el poder en lo que parecería una especie de sucursal de dos patios, parafraseo al referirme a Cuba y Venezuela. Guardando, lógicamente las diferencias, por la razón de que son sin medir el tiempo vigente, dictaduras. Una de más de 50 años que fue aupada por la desaparecida URSS y posteriormente, mantenida por Venezuela y la otra que hace unos días se afianza con la Constituyente que aspiran a escribir un grupo de oportunistas y negociadores de todo tipo que solo buscan subir el ego y los complejos de «Stalin» «Marx y Engels» como según ellos se definen.
Así como la caída del régimen cubano está en puerta, de igual manera Venezuela está en ebullición y es cuestión de tiempo para que termine la pesadilla.
Tener infiltrado en territorio Venezolano a militares del régimen cubano, que mantiene el terror en las calles y de paso tienen atados a las fuerzas armadas de Venezuela, dado que los hombres de carrera militar han sido relegados a un segundo plano y el grupo que sale en apoyo de Maduro, es el único beneficiado de los negocios que encabeza la cúpula de unos 4 hombres que están inclusive por encima de Maduro, en la estructura mafiosa y delictiva que gobierna y conforma el panorama de la Venezuela de hoy.
Ese soldado de apellido Pérez que salió sobre volando un helicóptero en Miraflores y no pasó nada, de igual manera el » asalto» a un batallón en días pasados, son patrañas del mismo anillo en el poder.
La verdadera toma de Venezuela, no llegará desde afuera, es un trabajo constante y de unidad de los venezolanos que se rehúsan a salir de su patria.
Así como el libertador Simón Bolívar le concedió la independencia a Venezuela, ya hay un ejército de venezolanos dispuestos a retomar su país, que DeporVida.net augura sea en la brevedad posible.
Los dictadores, tanto los denominados de derecha e izquierda son iguales. Oprimir un pueblo y despojarlos de sus derechos es un crimen que como todo en la vida es vencido por el tiempo y los ideales de un pueblo que no se deja doblegar.
¡Fuerza y Fe, Venezuela!