Caos climático:»Furia» de la Naturaleza

Unos atribuyen al calentamiento global y los constantes abusos de empresas multimillonarias que arrojan desechos en ríos, mares y montañas el llamado cambio climático. Cierto o no, los científicos han pronosticado desde el siglo pasado que los acuerdos para evitar que se sigan destruyendo el planeta, eran la prioridad de las veinte naciones más poderosas del mundo.

No ha valido, congresos, simposium, mesas redondas y foros. Todo lo que afecte los intereses de países desarrollados y en vías de desarrollo no es tomado en cuenta. Basta con los recientes descubrimientos de empresas automotrices que vendiendo sus automóviles como los «seguros y que cuidan el mediambiente» han sido multados por descubrirse que las emisiones de gases tóxicos que emanan los motores de marcas como VW, para citar una de las más escandalosas del pasado reciente, nos han dejado literalmente con la boca abierta.

Estos descarados sucesos, que para variar son recurrentes en países contratados para ensamblar vehículos y como explican las millonarias empresas, son trasladados a países donde la mano de obra sale más barata; nos están «jodiendo la vida».
Inclusive, en las narices de autoridades y ambientalistas declarados como radicales, se hacen negocios que enriquecen aún más los bolsillos de los dueños y señores de empresas de todo tipo.

Si por casualidad una persona se las juega e inicia investigación acerca del peligro de explotar minas por ejemplo, en sitios vulnerables que usualmente son habitables por personas y abundante fauna y flora; entonces no lo cuenta. Caso reciente una ambientalista de Honduras, que a rajatabla se concentró en demostrar los daños al medioambiente de una empresa anclada en su país, pagó con su vida.Bertha Cáceres, no vivió para contar quien la asesinó vilmente en su propia casa.

Ciclones

En un mes Islas del Caribe y el Pacífico mexicano han sido azotados por huracanes. Una activa temporada, que no bien se desbarata uno y se forman dos juntos con vientos huracanados que han devastado islas y dejado «en la calle» a cientos de miles de personas.
Planes de contingencia, comisiones de emergencia y todo tipo de fórmulas para evitar tragedias humanas y pérdida de vida, se han quedado rezagados. Cuba, Puerto Rico, Islas San Martín, Dominica, entre otras áreas que han recibido embates bestiales de la madre naturaleza en los ciclones tropicales, es el común denominador de los días finales del verano y la apertura de una nueva estación como es el Otoño.

Hasta noviembre 1 se extiende la temporada de huracanes y como recordamos , por ejemplo el huracán Sandy, que afectó  Nueva York y áreas de Nueva Jersey y Conecticut, acontecieron en Otoño. Pronósticos científicos o apreciaciones de expertos ambientalistas y geólogos, dan cuenta que el cambio climático ha sido factor de los cambios extremos en el planeta.

Glaciares desmoronados, calor que sobrepasa los termómetros, así como temporadas de invierno crudas, son para los incrédulos las señales que estamos siendo testigos en todo el planeta.

Temblores de Tierra

Japón, Ecuador, México, Nueva Zelanda han escenificado epicentros sísmicos que han cobrado vidas humanas, pérdidas multimillonarias de infraestructura que en ocasiones no se esperaba colapsaran.

Ejercicios y simulacros que son dirigidos por expertos en ese tipo de desastres naturales, que por ser impredecibles, sacuden con violencia edificios, casas y se «tragan» literalmente carreteras y se abren socavones, que poco importa si hay razones para explicar el origen de esos desastres.

Mientras la prensa hace su trabajo de informar desde el mismo lugar  de los hechos los eventos que acontecen en tragedias de dimensiones dramáticas, el mundo ve con asombro la frecuencia de dichos fenómenos.

No hay que alarmar poblaciones, más bien toca edificar a niños, comunidades vulnerables y países de pobre condición que apenas pueden desarrollar programas tendentes a mejorar la vida de sus ciudadanos y les ha tocado reconstruir daños que si bien se pueden reemplazar, no así ocurre con las vidas que se pierden y obvio las secuelas psicológicas que se quedan para siempre entre afectados de los sismos.

Redes sociales y fenómenos naturales

Las tragedias de reseñar fenómenos naturales ya no tiene que esperar un titular periodístico de un diario en el mundo. Un tuit, post en Facebook, instagram y plataformas donde en tiempo real se colocan escritos y vídeos  son vistos al instantes por gente que muchas veces se juega su vida en el momento en que expone su seguridad personal al momento de captar una marejada o simplemente ráfagas de viento.

Meteorólogos, doctos del «mediambiente» y mucha gente irresponsable que se da a la tarea de «edificar» sus seguidores, escriben a sus anchas sin que haya consecuencias legales para evitar que el pánico cunda poblaciones completas.

La libertad de expresión en estos casos, debe ser limitada, la tecnología bien usada puede salvar vidas y ubicar gente que se salva por un oportuno aviso. Sin embargo, estar improvisando en tiempos de tener en puerta un fenómeno natural, ha dejado enseñanzas que los paises tienen que poner atención para evitar que desaprensivos tomen liderato en situaciones que deben ser exclusivas de voces autorizadas.

Moralejas

Quedan tareas por cumplir, en un mundo que cada día se vuelve más difícil habitar. Cuando no es un atentado terrorista, es una red de tráfico humano, bandas de depredadores sexuales, esclavitud, trata de personas, corrupción a niveles que nadie pudiera imaginarse que en la mayoría de los casos vienen con la etiqueta de la impunidad colgando.

Tiempos apocalípticos, profecías cumplidas  y advertencia de sabios y filósofos; podrían ser analizados por los entendidos en cada área.

Pero lo cierto es que el siglo XXI está manifestando señales que nos van restado vida a los años.

Amigo lector, vive tu vida, saca provecho desde un desayuno en familia hasta la agradable diversión de pasar un día de playa. Lee, edúcate y procura tener al caer el día la satisfacción de haber finalizado tu jornada con alegría y entusiasmo. Hoy estamos bien, pero no sabemos si el destino nos tiene guardados desaparecer del mapa sin haber pedido perdón, resarcir un daño o reconciliarse con esa persona que hemos ofendido o dañado.