Madres queridas

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Editora en Deporvida
Arelis Reynoso, dominicana. Periodista.
Desde temprana edad inicia en los medios con participaciones en voz comercial de su natal Puerto Plata.

En prensa escrita destacó como reportera de investigación y columnista en rotativos decirculación nacional en República Dominicana.
Reportera y asistente de Editor en El Sol Latino, semanario de la ciudad de Filadelfia Pensilvania. Dado sus destacados logros y liderazgo dentro del medio periodistico en dicha ciudad, fue seleccionada por dos años consecutivos(2005 y 2006) como Personalidad del Año en Hispanic Choice Awards.
Su versatilidad y dinamismo como periodista especializada en deportes, se solidifica en Estados Unidos al crear su columna “ Rincón Latino”.

Ha sido comentarista invitada en la cadena en español de Los Filis, equipo profesional de beisbol de la ciudad del Amor fraterno.

Fue reconocida por la premiación Mundo Latino, como “Mejor reportera hispana” en el 2003. Realizó algunos programas especiales para la filial de Univision, en Filadelfia.

Es egresada del Instituto de Liderazgo Latino, en la primera promoción en el 2002.
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Son seres privilegiados por llevar vidas en sus vientres, tolerantes, pacientes, amorosas y las primeras maestras de sus proles. Esos adjetivos son algunos de los que adornan las madres sin las cuales la existencia se hubiese extinguido.

Un día cualquiera de cualquier persona se circunscribe en levantarse, vestirse e iniciar una jornada ya sea de trabajo u otra actividad. Para una madre aparte de hacer lo antes mencionado les toca preparar desayuno, asegurarse que sus hijos lleven sus meriendas listas a la escuela, observar que el uniforme esté limpio y por si fuera poco disponer la agenda del hogar sin fallas.

Una madre es vista como perfecta, se prohíben errores y aún con una dolencia es casi prohibido que pase acostada. Todo gira en su entorno y no se mueve ni la mascota del hogar sin que la madre sepa por qué.
Cuestionadas para resolver un teorema o postulado, consultada para conocer las dimensiones de los planetas si están alineados, entre otras curiosidades de los hijos; una madre es  el centro de la vida de sus hijos.

Las tradiciones familiares son implementadas por las madres, educación religiosa y la psicóloga por excelencia porque conocer la conducta de sus hijos, para que cada uno se mantenga en equilibrio emocional; son otros esfuerzos que lleva en su hoja de vida una madre.

Conocedora de los gustos por una comida en específico, pendiente de vigilar  que esa tarea escolar sea completada y sobre todo no dejar de faltar a la reunión de profesores de sus hijos son asuntos también de madres.

Cada detalle que un hijo tenga con sus madres es por más mínimo que sea motivo de alegría.
Un bombero, alpinista, escultor y hasta los científicos tienen éxito en sus actividades, pero sin una madre biológica o que le haya adoptado; no se pudiera conocer cuán extraordinario sea ese ser humano.

El poderío de una madre no se compara, para sus hijos es la mujer más bella del mundo, la más admirada y la influencia que se traspasa es vital para que haya un hombre o una mujer de bien en cada hogar.

Que se celebre un día, que es aprovechado para comercializar mercancías y de paso casi obligar a que se le lleve un regalo un día al año no se estila para un ser como la madre. Hay que ejercitar el agradar a sus madres cada día, ese beso al levantarse y una vez llegue de su jornada diaria. 

Importante expresarse en todo momento para agradecer sus detalles para con los hijos, es justo.

No se puede ignorar, alegando falta de tiempo visitar a sus madres sacando unas horas de sus ocupadas agendas.

Los buenos hijos siempre tienen tiempo para dedicar a sus madres, en caso que no se pueda visitar por asuntos de distancias, escriba una carta o postal, pero no deje que ese privilegio de dejarle saber cuanto la extraña quede sin efecto.

Pasaría la vida sin una madre? Lo dudo.

Que no se limite en un día para recordar lo especial que es una madre, les queda a cada hijo hacer su tarea. Lo material no cuenta a la hora de expresar amor y afectos ya que no hay nada grande para una madre.

Si por casualidad hay una conversación pendiente que te aleja de la dulzura de compartir con tu madre, rompe ese hielo y busca el momento de solucionar el impasse, no hay perfección en la vida y se vale equivocarse. Lo que no debes dejar, amigo lector, es que tu relación con ese ser que te engendró se afecte por circunstancias insulsas. No hay nada que satisfaga más que hacer las paces con tu amada madre, no importa el error que cometas, ahí está ella para escucharte.

Hijos, hagan el ejercicio y valoren a sus madres ahora que están vivas porque no hay nada que sustituya una madre. 

La Mía

Mercedes Magali Burgos Peniche

Mercedes Magali Burgos Peniche, nacida en Puerto Plata, República Dominicana. Creció en un hogar lleno de amor y en su madre Dalia tuvo su mejor ejemplo. Era la segunda de 12 hijos y le gustaba montar patines, jugar voleibol y compartir con sus amigos.

Tuvo un solo empleo en su vida en la fiscalía del pueblo, donde fue secretaria con especialidad en mecanografía y archivista.

Le visitaba en su trabajo y admiraba lo rápido que tomaba nota de una carta que debía redactar, sus conocimientos en taquigrafía era para mi lo máximo.

Su buen gusto por los detalles en nuestro hogar me los traspasó y hoy día aunque no está conmigo siempre pienso en ella y la imagino con su sonrisa a flor de piel.

Mami, se fue de este mundo un día de octubre del año 2012 y Dios me concedió el privilegio de ayudarla en ese trance. No sufrió, se fue de este mundo como vivió, pausada, tranquila y creo que hasta conforme con su vida.

En su ausencia he aprendido a lidiar con mis asuntos, pero no ha pasado un solo día de mi vida desde que no la tengo en recordarla, con la satisfacción que le di lo mejor de mi siempre. A los dilectos lectores que tienen sus madres muertas, sepan que el recordarlas es sano y emular su memoria es una decisión sabía. La gente cuando muere deja de estar físicamente con nosotros, pero mantener su recuerdo vivo es la mejor forma  para hacerle el homenaje de continuar viviendo.

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